La mayor amenaza para la salud humana
Es la causa de la muerte prematura de 7 millones de personas cada año
Si eres de las personas afortunadas que han podido salir de la ciudad para tomar unas vacaciones en la playa o en el campo estarás recordando ahora ese olor a fresco de las mañanas, el sabor del salitre o el suave tacto de la brisa verspertina. Es fácil acordarse porque es llegar a la ciudad y notar que huele distinto. Cada ciudad huele diferente pero, desafortunadamente, muchas tienen un olor en común: el de la contaminación. El aire de las vacaciones nos da la vida. Resulta que el aire de las ciudades nos mata.
Bienvenidos a una nueva edición de Stakes, el lugar donde queremos reflexionar sobre la interacción entre la tecnología, la sostenibilidad y la democracia. Pensar sobre lo que está en juego. Hoy vamos a hablar de cómo la tecnología nos puede ofrecer otro modelo de movilidad en las ciudades que haga que tengamos una vida mejor (y más longeva).
La mayor amenaza
La OMS, la Organización Mundial de la Salud, considera que la contaminación del aire es la mayor amenaza ambiental para la salud humana. Una contaminación que incluye a las partículas que emiten los tubos de escape de los vehículos.
En 2019, cifraba en 4,2 millones las muertes prematuras provocadas por la contaminación del aire. En 2022, la OMS aumentó ese cálculo de muertes prematuras a 7 millones de fallecimientos al año.
La relación
¿Qué relación tiene la contaminación del aire con esas muertes? En el último congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, celebrado el pasado mes de mayo, se expuso un estudio que ilustra los efectos perjudiciales de la contaminación del aire en nuestra salud.
El estudio reveló que las personas que padecen insuficiencia cardiaca -una afección que afecta a 64 millones de personas en todo el mundo- tienen más probabilidades de morir en los picos de contaminación.
Este riesgo no solo se limita a los días con una mayor concentración de contaminantes en el aire, sino que se extiende hasta los dos días posteriores.
Solo en España, el sector transporte representa el 25% de las emisiones totales. Dentro de estas emisiones, por modos de transporte, el transporte por carretera representa casi el 95% de las emisiones de gases.
Así que hoy nos adentraremos en una de sus posibles soluciones. Venimos de un modelo de movilidad obsoleto y vamos a un modelo en el que la tecnología y la regulación mediombiental está cambiando las cosas. Ya lo vemos en muchas ciudades. Coches y motos eléctricas, zonas de bajas emisiones y lo que nos depara el futuro: ¡la conducción autónoma!
En este nuevo modelo de movilidad urbana encontramos tres tendencias:
La inteligencia artificial y la conectividad
La inteligencia artificial y la conectividad están jugando -y jugarán- un papel cada vez más importante en la movilidad urbana porque los vehículos autónomos podrían ayudar a reducir los atascos y los accidentes.
Y no quedan tan lejos como pudiera parecer. La revisión de la Ley de Tráfico en marzo de 2022 introdujo por primera vez referencias a los vehículos autónomos. Se prevé que hacia finales de 2023 se promulgue una nueva normativa que permitirá la circulación de automóviles autónomos en España.
La electrificación de los vehículos
Los vehículos eléctricos están ganando popularidad en las ciudades, ya que son más eficientes y producen menos emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, la situación en España no presenta cifras demasiado favorables. A lo largo de todo el año 2022, las ventas de vehículos completamente eléctricos alcanzaron un total de 36,452 unidades, lo que representa un incremento del 31.3% en comparación con 2021. A pesar de este aumento, esto se traduce en una modesta parte del mercado de tan solo el 3.79%. Por otro lado, las ventas de vehículos híbridos enchufables alcanzaron las 48,193 unidades, registrando un aumento del 11.3% con respecto a 2021 y representando una cuota de mercado del 5.01%.
La movilidad compartida
Los servicios de movilidad compartida de coche, moto o patinete están ganando popularidad en las ciudades, ya que ofrecen una alternativa más asequible y sostenible al transporte privado.
En la parte de motos compartidas es donde España hace podio. Dos ciudades españolas ocupan el segundo y el tercer puesto de toda europa. El primero es París con 800.000 viajes, el segundo Barcelona con 650.000 y el tercero es para Madrid 600.000 viajes.
Más allá de las tendencias
Más allá de las tendencias tenemos casos llamativos a la hora combatir el uso del vehículo, acelerar la reducción de emisiones y reducir la contaminación ambiental. Es el caso de Gales.
Resulta que Gales -un país de 3 millones de habitantes y una de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido- anunció en febrero de este año que eliminaría sus principales proyectos de construcción de carreteras. Dicho de otro modo, muerto el perro muerta la rabia. No más carreteras.
Puede parecer una solución radical pero tiene una lógica. Según explica el comité que ha trabajado en este asunto estos proyectos fomentarán el uso de automóviles privados a largo plazo, aumentando a su vez la demanda de nuevas carreteras y obstaculizando el cumplimiento de su objetivo de emisiones netas cero para 2050.
Una oportunidad desafiante
El debate sobre la movilidad urbana nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre el tipo de ciudades que deseamos para el futuro. Imaginemos urbes donde las calles no estén saturadas de vehículos, sino que sean espacios de convivencia y encuentro, donde el aire sea tan limpio como lo encontramos en el campo.
Las soluciones tecnológicas y regulatorias nos abren una puerta hacia ese futuro, pero también es imperativo un cambio cultural y de mentalidad. El desafío no es solo reemplazar un coche de gasolina por uno eléctrico, sino replantear nuestra relación con la movilidad y comprender que la verdadera revolución no se basa solo en cómo nos movemos, sino en cómo decidimos vivir y relacionarnos con nuestro entorno.
La decisión de Gales de no construir más carreteras es un símbolo potente: no se trata de impedir el avance, sino de redirigir nuestra marcha hacia un destino más sostenible y humano.
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